Hay aspectos circunstanciales sin los que una realidad nos es incomprensible. Pensamos en la Navidad y en seguida se nos ilumina una estrella, y un montón de luces que flotan sobre las calles o cuelgan de un árbol, la boca se nos llena de esos sabores dulces de finales de diciembre y salen de nuestra garganta villancicos que nos llevan a Belén, hacen sonar campanas y zambombas. En el comedor social de San Martín de la Vega faltaba uno de esos elementos sintácticos de la Navidad: el complemento circunstancial de la felicidad. Si bajamos a la capa semántica comprobamos con sorpresa que se corresponde con la sonrisa de un niño.
Conscientes de esta importancia, en Mizar nos sumamos a la campaña de Cooperación Internacional para hacer pasar una tarde especial a los desfavorecidos, a los amigos más íntimos del Niño, que desde una esquina correspondía con una sonrisa a la cara iluminada por la ilusión de los treinta niños que recibieron sus juguetes de manos de tan distinguidos pajes.