Este fin de semana tuvimos un plan de deportes singular: un campeonato de Padel en clave de aprendices. Los de 5º todavía no hemos dedicado mucho tiempo al deporte de la raqueta, aunque había varios que se manejaban bastante bien.
Llegamos al club. Me tapan los ojos. No se ve, pero se oye: música tenebrosa, gritos y aullidos. Se huele el miedo; incluso se saborea. Se palpa el ambiente tenso. Poco tardaron en destaponar ese primer sentido para asistir a un espectáculo de horrores. Nada era lo que parecía en Mizar este sábado.
Se oye el órgano al fondo y el guía nos dice que adelante a través de señas. En todo el recorrido no le oímos articular palabra alguna. El conde, un tal Drácula, se puso como una fiera cuando le interrumpimos en su cita musical vespertina. A dos palmos, con constantes golpes de voz que nos atronan los tímpanos nos recita los horrores que habremos de padecer por haberle importunado: un enfermo poseso por un espíritu eslovaco que echaba espumarajos por la boca, un biólogo trastornado y su obsesión por alguien ausente.
Más adelante, más abajo -más profundo y oscuro-, el carnicero nos hizo pasar el peor trago del pasaje. Prefiero no hablar de ello. A partir de ahí, un ejército de fantasmas, criaturas monstruosas y seres fantasmales nos obligaron a hacer un recorrido laberíntico que parecía no tener fin. A la salida, el cementerio. Decenas de zombies acudieron al reclamo de sangre fresca. Pudimos zafarnos del camposanto y reunirnos con el siniestro guía tras un rocambolesco espectáculo de guiñoles. El hombre de la maza esperaba al final del pasillo y, tras él, la salvación. La salida, el aire fresco y la quietud de una noche de invierno. Todo había pasado.
En el parque Europa no se ha decretado un incendio ni nada por el estilo.
Simplemente, que con el frío que hace y las bajas temperaturas, los de 5º de Mizar nos lo pasamos genial y pasamos casi todo el día entre los increíbles columpios, las camas elásticas y las zonas verdes del parque.
El día comenzaba perfectamente con la llegada en dos vehículos motorizados, uno de los cuales cortesía de un padre del nivel, que nos llevó hasta Torrejón de Ardoz, donde se sitúa el increíble parque.
Después, una vuelta de reconocimiento perfecta, comida de bocadillos en el merendero y rumbo a los parques. Allí, un largo “polis y cacos” o un “infectado”, juegos infalibles de correr, saltar, esconderse y pillar…
Luego, camas elásticas, que con el frío que hacía sentaron muy bien. El caso es que nos supo a poco.
Terminamos con un partidillo de fútbol en las zonas verdes del parque. Y ya cayendo la noche un último “infectado” para culminar el plan.
Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies. Si continúa navegando, está aceptándola. Política de cookiesAceptar
Política de Privacidad y Cookies
Resumen de Privacidad
Esta web usa cookies para mejorar su experiencia mientras navega nuestra web. Entre estas cookies, las categorizadas como necesarias se almacenan en su buscador ya que son esenciales para las funcionalidades básicas de nuestra web. También usamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y entender cómo usa esta web. Estas cookies se almacenarán en su buscador solo con su consentimiento. Tiene también la opción de no aceptarlas. Si no las acepta, su experiencia de navegación puede verse afectada.
Functional cookies help to perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collect feedbacks, and other third-party features.
Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.