Dos banderas que defender, una base que asaltar, humo, ruido y barricadas. Munición, mucha munición y armas de diverso calibre. Los pasillos y las salas del club, que poco antes fueron testigos de una charla amistosa se tornaron en campo de batalla para catorce soldados.
Los médicos tuvieron que ingeniárselas para salvar a la ingente cantidad de heridos que se apilaban en el largo pasillo. Las órdenes de los capitanes se hacían ininteligibles en el fragor de la batalla y las trincheras se convirtieron en un sólido refugio frente a la metralla enemiga. Al final todo quedó en tablas. El ejército azul y el rojo firmaron la paz tras dos horas de guerra sin cuartel.
Un día nublado, perfecto para recoger setas. Nacho nos acompañó en nuestra búsqueda de este delicado manjar de la naturaleza. Nos quedamos, como quien dice, con la miel en los labios. Ni rastro de Bolletus en toda la sierra de Guadarrama. Si había alguno se escondió muy bien a los ojos expertos de Teo. El pobre Javi no hacía más que recibir un no por respuesta cuando alertaba emocionado de un nuevo hallazgo. Aprendimos toda la variedad de setas venenosas y otras que aparentaban ser buenas. Por lo visto toda variedad tiene su falso amigo.
Paramos para comer después de haber atravesado un prado de vacas paciendo pacientemente. Sebas transportaba una piedra para que le hiciera de cojín, aunque aún nadie entiende el por qué… Jaime fue el primero en abrir bocado, se ve que tanta y tan infructuosa búsqueda le había abierto el apetito. A él y al otro Jaime y a todos en realidad. Fue tras el postre cuando Nacho sacó de su mochila la poderosa arma: un tirachinas capaz de perforar una lata y, aunque no lo comprobamos, de tumbar a un hombre sin darle opción a levantarse después.
Improvisamos un campo de tiro tras una segunda redada en busca del fúngico elemento. Había armas para todos, aunque no todos consiguieron dar al blanco. En sus marcas, apunten, ¡canica va!
Aunque cantaramos la canción, el sol se hacía de rogar las primeras horas de nuestra convivencia en la Costa del Sol… ¡qué paradoja! El primer día comimos una paella estupenda en casa de los padres de Pablo, en Granada. Nos dio tiempo a darnos una vuelta por el reino Nazarí, rozar Sierra Nevada y admirar de lejos la Alhambra. Pero nuestro destino estaba en la costa. Ya se hacía de noche cuando divisamos Mijas, el lugar que nos acogió por tres días. La primera noche acabamos dormidos (Jaime el primero) frente a una pantalla en la que varios dinosaurios se peleaban. Tan cansado fue el viaje.
Amaneció un nuevo día y no llegábamos a ver el mar con la densa niebla que nos envolvía. ¡Cambio rápido de planes! Estuvimos en Puerto Banús viendo yates, coches de lujo y hasta helicópteros. Tras un chapuzón climatizado (aún hacía rasca) nos pusimos a comer con una tarde gris en perspectiva. Pero acabar el postre y brillar el sol fue todo uno. No tardamos ni un minuto en plantarnos en la furgo. Nos brilló el sol en la playa de Cabopino y vaya si lo aprovechamos. ¡Desde el primer hasta el último rayo! Jugamos al voley playa, nos bañamos en el mar, hicimos la estrella de Mizar en la arena… y la destrozamos a base de petardos gracias a la pericia de Félix.
Nos quedaba una noche épica de Monopoly. Miguel nos llevó a todos a la bancarrota y Javi no se lo podía creer. Ya se acababa nuestro viaje y la mañana del lunes nos respondió con una lluvia acorde a nuestro ánimo. Tras otra parada en Granada para ir a Misa, emprendimos nuestro camino a Madrid sin más incidentes que los ronquidos de Pópez.
Día de récords en Mizar. No se recuerda uno igual. Mientras unos se esforzaban en apretar el paso en cada curva a la manzana para rascar unas décimas, otros pulverizaban el récord de toques. No hubo grandes marcas en la prueba de resistencia, pero en fuerza todos tenían algo que decir. La prueba de inteligencia fue de las más concurridas y muchos mostraron su destreza y velocidad visual. Por último, la prueba de velocidad dividió a los socios entre hormiguitas y trituradoras. Menos de un minuto en devorar una rebanada de pan de molde fue el récord final.
Aprovechando los últimos días de sol nos acercamos a La Granja de San Ildefonso para pasar un día inolvidable. El cielo amenazaba con unas nubes desconfiantes, pero en cuanto entramos en Segovia nos saludó el sol y no nos dejó hasta la vuelta. Será la boina… Comenzamos el día con emociones, ya que la penúltima etapa de la Vuelta Ciclista nos tenía preparada una sorpresa en el Puerto de Navacerrada. Con buena música y un pelín de paciencia pudimos llegar a nuestro destino sin mayores imprevistos.
En cuanto llegamos, nos faltó tiempo para correr a perdernos al laberinto de los jardines del Palacio de la Granja. Nos costó salir un par de horas, y no porque no encontráramos la salida, sino porque jugamos hasta cuatro partidas de Infectados. Había que dar esquinazo a los portadores del virus y la verdad es que solo unos pocos lo consiguieron. Algunos desarrollaron técnicas de mimetización y camuflaje para pasar desapercibidos.
Después de ver las fuentes del Palacio llegamos a nuestro segundo destino, la plaza de las ocho calles, escenario perfecto para una partida de la Telaraña. Ya rendidos y sedientos de ver tanta fuente monumental buscamos una de la que pudiéramos beber y comimos unos bocatas en el césped.
Rápidamente nos pusimos de nuevo en marcha. Nos esperaba el pantano del Pontón Alto. Sabíamos que no íbamos a encontrar mucha agua, pero no era lo que buscábamos… Este año nos volvimos a dar un “chapuzón” de barro. Un plan que hay que probar para llegar a comprender.
Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies. Si continúa navegando, está aceptándola. Política de cookiesAceptar
Política de Privacidad y Cookies
Resumen de Privacidad
Esta web usa cookies para mejorar su experiencia mientras navega nuestra web. Entre estas cookies, las categorizadas como necesarias se almacenan en su buscador ya que son esenciales para las funcionalidades básicas de nuestra web. También usamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y entender cómo usa esta web. Estas cookies se almacenarán en su buscador solo con su consentimiento. Tiene también la opción de no aceptarlas. Si no las acepta, su experiencia de navegación puede verse afectada.
Functional cookies help to perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collect feedbacks, and other third-party features.
Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.