1. Área de formación en valores
Los objetivos que desde este área se persiguen no se concretan en unas actividades específicas, sino que; de forma transversal, se pretenden conseguir en todos los planes que se organizan en el club. El sentido de establecerla como un área independiente radica en la necesidad de conocer los valores en sí mismos, pero esto sería insuficiente si no se pone el esfuerzo con vivirlo en todo momento. Y una buena manera de ello es a través de todas las áreas: estudio, deporte, trato con los amigos, cultura…
- Enseñar, estimular y ayudar para que los chicos vivan todas las virtudes humanas.
- Alimentar sus aspiraciones nobles, sin conformismo ni mediocridades.
- Proporcionar una base doctrinal y unos hábitos de piedad que permitan consolidar su vida cristiana con personalidad, sin dejarse llevar por el ambiente de frivolidad.
- Enseñar a disfrutar en lo cotidiano y a divertirse con categoría humana, sin buscar en el exceso y en lo extravagante.
2. Área de aprendizaje autónomo
Además de sacar buenas calificaciones, se pretende que consigan progresivamente un hábito de estudio y trabajo intenso y autónomo.
- Desarrollar tres capacidades fundamentales: observación, reflexión y expresión.
- Fomentar cinco hábitos de trabajo: orden, disciplina, constancia, trabajo y responsabilidad.
3. Área de competición deportiva: fútbol y baloncesto.
- Compañerismo y juego en equipo.
- Elegancia y deportividad en el terreno de juego y fuera de él.
- Respeto con los contrincantes, árbitros, etc.
- Dominar habilidades técnicas: control, tiro, pase, conducción, regate y cabeza.
4. Área de cultura
- Realizar producciones artísticas de forma individual y colectiva.
- Potenciar la afición por la lectura.
- Interpretar obras musicales y teatrales.
- Visualizar proyecciones cinematográficas
- Desarrollar la creatividad.
Mizar viene a cubrir un espacio educativo importante para los niños y jóvenes: el tiempo libre. Podría parecer por tanto, que los principales destinatarios del club son los hijos. Sin duda, ellos son los grandes beneficiados, pero para que esto sea así tienen que ser los padres quienes desarrollen con primacía la educación de sus hijos.
Como consecuencia, los padres y voluntarios que organizan el club, tiene un especial interés en que Mizar sea un club de los padres, destinado a los mismos padres para que desarrollen la educación de sus hijos en el tiempo libre.
En esta medida, se ofrecen actividades formativas y de tiempo libre para los hijos pero siempre como apoyo y complemento de la educación que, de hecho, ya reciben estos chicos en casa.
Puede asociarse al club cualquier familia con hijos de edades comprendidas entre nueve y dieciocho años que quiera venir a participar de esta formación.
Como hay que tener en cuenta las diferencias evolutivas existentes en tan amplio abanico de edades, y la diversidad de inquietudes, intereses y tendencias que los chicos tienen para aprovechar su tiempo libre, el club organiza su acción estructurándola por etapas y niveles, según las edades, y por áreas de contenido según las diversas formas de invertir ese tiempo libre.
Cada chico es una persona irrepetible, protagonista principal de su propia historia, y que ha de esforzarse por dirigir con acierto su propia vida. Por eso, los directivos y preceptores del club, en toda su acción educativa, no sólo respetan ese protagonismo sino que lo fomentan activamente: cada socio, con la formación e información que se les facilita para decidir libre y responsablemente, se propondrá las metas que considere oportunas para su mejora personal y elegirá los medios pertinentes para alcanzarlas.
Las manifestaciones prácticas de esta educación en y para la libertad serán diversas según la edad y la madurez de los socios, pero siempre cuentan con su protagonismo: los preceptores aconsejan y orientan, avivando la autonomía de cada uno.
Con esa actitud, los preceptores ayudan a cada socio a reflexionar sobre las exigencias del don de la libertad, y a entender que sólo tiene una vida coherente quien actúa con una referencia cabal a la verdad, aunque algunas veces las exigencias de la verdad contraríen las propias apetencias.
Como consecuencia de este respeto a la libertad y al legítimo pluralismo, en el club no se promueven nunca acciones políticas partidistas, lo que no quita que se estimule la inquietud por colaborar en la resolución de los problemas que tiene planteadas la sociedad.
El ambiente educativo del club favorece un clima en el que pueden expresarse con confianza y respeto las propias ideas y opiniones; y en el que se estimule y reconozca el esfuerzo por pensar, dar razones y explicar el porqué de las cosas.
Por naturaleza, el derecho irrenunciable y la responsabilidad de la educación de los socios corresponde a sus padres, a quienes el club Mizar ayuda en su tarea indelegable de primeros educadores, conscientes de que la influencia educativa del club no tiene la hondura ni la continuidad del ambiente familiar.
Los directivos y monitores del club, conscientes de su responsabilidad de ayudar a los padres de los socios procuran ofrecerles desde su campo de acción (el tiempo libre), diferentes elementos, ocasiones y actividades con grandes posibilidades educativas.
La organización de cursos o conferencias sobre cuestiones de educación familiar, las entrevistas de los padres con el preceptor de su hijo, o la información sobre las actividades que realizan los socios (sobre los logros que van alcanzando y las dificultades que encuentran), son algunos de los medios que el club pone a disposición de las familias.
En el marco de las enormes posibilidades que ofrece el tiempo libre juvenil, los principios formativos que caracterizan la actividad de Mizar orientan su acción al desarrollo total de la persona, según una concepción cristiana del hombre.
A través de sus actividades, el club ofrece a las familias una educación centrada en la persona, propiciando en cada socio el desarrollo de sus propias posibilidades y aptitudes, y la promoción de las virtudes, ayudándole a prepararse para participar solidaria y eficazmente en la sociedad.
Este proyecto educativo se configura en la actividad ordinaria del club, a través del trato entre los socios y las familias, de la atención personal que les dispensa el preceptor, y de otros muchos elementos que en sintonía con su entorno y tradición cultural, son consecuencia del modo de entender al hombre y la finalidad de su educación.
A partir de cierta edad, todos los jóvenes tienen que resolver la ocupación de su tiempo libre (aquel que no dedican a la vida en familia o a la asistencia a las clases en el centro educativo), con la ayuda de la adecuada orientación de sus padres, que son los que deben enseñar a administrar la libertad recién estrenada.
En este terreno, también es preciso educar con sentido positivo, apoyándose en valores y no en meras prohibiciones. En primer lugar, conviene crear un ambiente idóneo para la adquisición de hábitos de estudio de las asignaturas lectivas y de aquellas otras materias complementarias que cada vez son más necesarias, como los idiomas, la informática, etc.
Tienen también una gran importancia las actividades deportivas y al aire libre, porque ayudan al desarrollo integral de la personalidad, al tiempo que facilitan la adquisición de hábitos de convivencia. La experiencia demuestra, además, que lo anterior no basta sin una sólida formación humana y cristiana, que proporcione los porqués.
Un ambiente familiar favorable y un centro educativo prestigioso, pensamos, no bastan para dar una educación completa. La trascendencia del aprovechamiento del tiempo libre en esas edades salta a la vista: cuando se promueve, su influencia positiva pronto se extiende tanto al ámbito escolar como al familiar. Por eso, iniciativas cómo ésta constituyen un instrumento de valor innegable para los padres. Mizar supone por tanto, un valioso complemento a las enseñanzas recibidas en la familia y en el colegio: un reto difícil por el que llevamos trabajando más de veinticinco años.