Mini-campamento en Las Cabañas
Hicimos las maletas y nos fuimos todo el club a Las Cabañas, desde los más pequeños hasta los grandes. Ha sido un mini-campamento con muchos puntos de vista: la de los pequeños de 4º, en su primer campamento y la de los grandes de la ESO, que hicieron el viaje en bici. 35 km de ida y otros tantos de vuelta. ¡Parece que los socios de Mizar están hechos de otra pasta!
Ida y vuelta a Las Cabañas en bicicleta, con romería incluida. pic.twitter.com/VtpmPVhLgb
— Club Mizar (@ClubMizar) Mayo 2, 2014
Salió el sol en Tiétar
Mejor dicho: no se escondió. Seis días bajo el sol en un lugar increíble. Gaia Camp no defraudó ni a viejos ni a nuevos, era lo que todos esperábamos: un manto verde cruzado por el río Tiétar.
Todos los días el mismo plan -hay rutinas que saben a gloria-. Temprano a Misa y a tomarse el desayuno de Manolo para cargar las pilas, un día duro aguarda. Después de la charla, deportes. Nuestras dos tribus se defendieron como pudieron. El combinado 5º-6º, Mizarrones, se fueron de vacío y los mayores de 1º ESO, Unglorious, consiguieron el primer puesto… del Torneo B.
Y tras el deporte al río y como dice la canción, estaba bien frío. Nada que nos impidiera volver un día tras otro. A algunos ya le salían membranas en los dedos, como el sapo de Mizarrones, que terminó sus días en la alcantarilla (por dejarlo, claro, dentro de la habitación).
Había que secarse rápido, porque ya esperaba la comida. Después se reúnen los preceptores y preparan el juego de tarde -¡ah, el momento perfecto para tirar petardos!-. No fuimos Zeporretes, aunque alguno estuvo cerca. Salomón, “rico y fortachón”, al final tuvo piedad.
Juegos de tarde y de noche. Los hubo de todo tipo: isla de Cuba, avutardas, Rommel y Montgomery, SWAT… no paramos. Cada vez el campamento se transformaba en un escenario diferente; los preceptores eran estrategas, pajarracos, personajes de El Señor de los Anillos, Marco Polo o Gengis Khan.
Disfrutamos hasta reventar con los chavales de Codec, Altamira, Jara y Viana. Nos empachamos de glucosa y llenamos los bolsillos de Murphys. Nos dejamos la voz aclamando a Salomón, las neuronas en el catecator y las piernas huyendo de los Uruk-hais y las avutardas asesinas. Este ha sido un campamento para recordar. Una pena que llegara el miércoles y con él la vuelta a casa. ¡Ya hay que prepararse para el campamento de verano!
Técnicas de basket
No todo en la vida es fútbol. Mientras unos se preparan para el #MIF14 y el Nazarí, otros aprenden técnicas de basket pic.twitter.com/IVnF4PVQN7
— Club Mizar (@ClubMizar) abril 5, 2014
Así es. El sábado jugamos al baloncesto. -Pero… ¿Mizar? ¿Basket? -Efectivamente. ¡Y es que no todo en la vida es fútbol! Los de 1º de ESO aprendieron las reglas básicas de juego, la técnica del pase y el tiro. Todavía quedan petit-suisses por delante para llegar al aro, pero que nadie diga que no se intentó.
Al comienzo del plan el cielo se cubrió y nos regaló un chapuzón formidable. Pero fue llegar a la pista de Tajamar y salió un sol que quemaba. Ya en el campo Luisma, exentrenador de basket, enseñó a los chicos las reglas. Partimos el tiempo entre el aprendizaje de este deporte y un partido 4×4.
Nada de minibasket, la canasta estaba bien alta. Harían falta tres de nuestros Pablos uno encima de otro para alcanzar el aro. En el asfalto vallecano hubo garra, pases increíbles y tiros desde lejos. Esperamos una segunda edición pronto para pulir el movimiento de muñeca y estar a punto para batir a los rivales también en la cancha de basket.
De bicis por el Retiro
La cosa no tiene más misterio. Una tarde primaveral, ocho bicis, el Retiro y dos horas por delante para pedalear. Dos de nuestros Pablos no se habían traído bici y les tocó correr hasta la tienda de alquiler. Nos atendió un chico muy majo, -¡como no!- antiguo socio de Mizar.
Ya con todo el equipo sobre ruedas nos tocó superar el segundo escollo: en uno de los primeros findes con sol del año, el pulmón verde de la ciudad estaba colapsado por gente de todo tipo. Hizo falta poner en práctica la pericia ciclista del reducido pelotón, curtido en los carriles del Anillo Verde, para sortear a la masa. Cuando nos hubimos metido en las vías secundarias, el parque madrileño pareció duplicar su extensión en las vueltas y revueltas.
Cada esquina, cada quiebro y recodo fueron testigos junto a los pasivos viandantes de la velocidad de nuestras ruedas. Los de sexto nos tentaron para jugar unos minutos en la Chopera, pero tras unos momentos de tensión, declinamos la oferta para seguir quemando rueda y aprovechar hasta el último minuto del plan. Capitaneaba la comitiva a ratos Vicente, a ratos Juan. Los demás seguíamos la estela para visitar los lugares más señalados del Retiro: el Palacio de Cristal, el de Velázquez, el estanque… paradita para respirar y seguir el camino.
Ya a las siete y media estábamos en O’Donnell para devolver las bicis y seguir hasta Mizar, turnándonos las bicis para llegar a tiempo de una visita rápida a La Chapela: unas chuches y a casa. Un plan tranquilo, sencillo y completo que nos deja con ganas de más. ¿Quién sabe? Quizá podamos acabar nuestra vuelta al Anillo Verde.